Pedro Sánchez es considerado un maestro de los movimientos sorprendentes. Y el lunes por la mañana, el presidente del Gobierno español confirmó aún más su reputación. Cinco días después de que el socialista se despidiera por las acusaciones contra su esposa Begoña Gómez, Pedro Sánchez daba los pasos ante el palacio de gobierno de La Moncloa, en Madrid. Hasta entonces, muchos habían interpretado su silencio como una señal segura de resignación. Poco después de las once habló seriamente ante las cámaras: «He decidido continuar, con más fuerza que antes, en la medida de lo posible». Durante la transmisión en vivo se escucharon claros vítores dentro del edificio, aparentemente de uno de sus empleados.
En el congreso del partido de Sánchez PSOE Este fin de semana -no estuvo Pedro Sánchez en la reunión- esperábamos que Sánchez se quedara, pero les juro que no, nadie quería eso. Al mismo tiempo, miles de personas corearon la canción de Raffaela Carrá frente a la sede del partido en Madrid. Piedra y el lema antifascista de la Guerra Civil Sin paso (“No lo lograrás”) pide al jefe de gobierno que se quede.
En su declaración de este lunes, Sánchez agradeció la solidaridad de todos. Fue un motivo que lo motivó a continuar. La segunda, más importante: la lucha contra la brutalización de la política, contra la manipulación mediante fake news, etc. «No podemos seguir como antes», afirmó. “Mostremos al mundo cómo defender la democracia”.
Esto parece un intento de liderar un movimiento global contra las noticias falsas. Hoy, Pedro Sánchez ya no es una víctima cualquiera de campañas de desprestigio, sino el primer ministro de un importante Estado de la UE y una de las caras más destacadas de los socialdemócratas europeos. De alguien así no se espera palabrería, sino más bien un plan.
La pregunta es ¿cómo pretende Pedro Sánchez pacificar un parlamento y una sociedad en la que la polarización lleva años aumentando? Porque esto no es nuevo: los insultos que tuvo que soportar el socialista iban desde “traidor” hasta “hijo de puta” y “nazi”.
Los dos principales partidos populares, el PSOE y el PP (Partido Popular), han utilizado durante mucho tiempo medios duros para expresar claramente sus diferencias ideológicas. Durante el gobierno del primer ministro José María Aznar, un conservador de línea dura, prevaleció un tono cada vez más duro. El jefe de Gobierno de 1996 a 2004, responsable entre otras cosas de la entrada de España en la guerra de Irak, ha señalado en ocasiones con el dedo a los manifestantes que se manifestaban en su contra. Cuando el partido de protesta Podemos se fortaleció después de la crisis financiera de 2008, el tono de la izquierda también se hizo más fuerte. El conflicto que rodea al movimiento independentista catalán ha exacerbado aún más los ánimos. El partido de extrema derecha Vox, en particular, supo utilizar esto a su favor. Esta evolución no puede revertirse tan fácilmente.
Los medios españoles también pueden situarse claramente en uno u otro bando. ¿Cómo quiere Sánchez evitar que sobre ella se difundan más medias verdades basadas en sus intereses? Una ley contra las noticias falsas reforzaría todas las fuerzas que ya acusan al Primer Ministro de tendencias autoritarias. Y lo que quizá sea más importante en el caso actual: ¿cómo pretende impedir los abusos de justicia?
Varias organizaciones cercanas a círculos de extrema derecha, entre ellas Manos Limpias, habían denunciado a la esposa de Sánchez, Begoña Gómez, por influencia económica. Las acusaciones se basan exclusivamente en informaciones de prensa, algunas de las cuales ya han sido refutadas. El juez de instrucción no debería haber dado seguimiento a tal denuncia, creen varios abogados españoles.
Pedro Sánchez es considerado un maestro de los movimientos sorprendentes. Y el lunes por la mañana, el presidente del Gobierno español confirmó aún más su reputación. Cinco días después de que el socialista se despidiera por las acusaciones contra su esposa Begoña Gómez, Pedro Sánchez daba los pasos ante el palacio de gobierno de La Moncloa, en Madrid. Hasta entonces, muchos habían interpretado su silencio como una señal segura de resignación. Poco después de las once habló seriamente ante las cámaras: «He decidido continuar, con más fuerza que antes, en la medida de lo posible». Durante la transmisión en vivo se escucharon claros vítores dentro del edificio, aparentemente de uno de sus empleados.
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