Fue esta pregunta aparentemente simple la que sumió a Cataluña en el caos político durante el fin de semana: «¿Quieres que Junts siga formando parte del gobierno catalán?» Puedes votar hasta el viernes a las 5 p.m. Entonces se acababa el plazo que les había dado el ayuntamiento para decidir sobre el futuro político de Cataluña.
La disputa entre los partidos disidentes de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) del presidente regional Pere Aragonès y su socio de coalición Junts se ha intensificado. En una votación de dos días, la alianza secesionista del antecesor de Aragonès, Carles Puigdemont, decidió abandonar la coalición de gobierno con ERC. No era posible predecir cómo decidirían los miembros hasta el final.
«Es una decisión que respeto pero no comparto», dijo Aragonés tras la votación en el Palau de la Generalitat, sede del gobierno catalán en Barcelona. Allí también destacó que no tenía intención de convocar nuevas elecciones. En cambio, Aragonès intentará liderar un Gobierno en minoría: «A la ciudadanía no se le sirve renunciando a la responsabilidad, así que seguiremos gobernando», ha dicho. Su gobierno ahora trabajará para «construir alianzas para sacar adelante al país».
Aragonès destituyó a su vicepresidente la semana pasada
Previamente, ERC y Junts se habían enfrentado en varias ocasiones por la estrategia de una Cataluña independiente. Aragonès es considerado un independentista moderado. Pero ahí está el problema: Junts acusa a Aragonès de no luchar lo suficiente por la independencia de Cataluña. Quieren la secesión de España incluso sin un referéndum pactado con el gobierno central. Aragonès, por su parte, insiste en que cumplirá su promesa de volver a someter a votación la independencia. Solo se puede organizar un nuevo referéndum con la aprobación del gobierno central español.
La tensión alcanzó su punto máximo la semana pasada cuando Junts amenazó con una moción de censura a Aragonès. Respondió despidiendo a su vicepresidente Jordi Puigneró. El hecho de que supiera de la votación prevista, pero no se lo comunicara, fue considerado por Aragonès como un imperdonable abuso de confianza. Junts calificó la destitución de Puigneró como un «error histórico» que pone en peligro la continuidad del Gobierno de coalición catalán.
El resultado de la encuesta de afiliados también refleja las divisiones dentro de las juntas: a diferencia de la mayoría de ministros, la presidenta Laura Borràs y el expresidente autonómico Puigdemont llevan semanas posicionándose a favor de una ruptura con ERC. «Si se decide que nos quedemos en el Gobierno, tendremos una crisis en dos o tres meses», advirtió el diputado Jaume Alonso-Cuevillas. Durante la votación, el 55,7% de los diputados votaron finalmente a favor de dejar el Gobierno, mientras que al 42,3% le hubiera gustado continuar la coalición con ERC. Con una participación del 79,2%, votaron más miembros que nunca.
Sin los votos de las Junts, Aragonès afronta ahora meses incómodos en el Parlamento. «El gobierno del padre Aragonès es un gobierno fallido y carece de legitimidad democrática», ha criticado Borràs. Porque tras la salida de su socio de coalición, ERC tiene pocos apoyos: en el parlamento sólo tiene 33 escaños de 135 y depende de la ayuda de otros partidos como el socialdemócrata PSC. Pocas veces un presidente autonómico catalán se ha encontrado tan aislado en su puesto.
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