Enclavado entre las montañas de Prades al este y la Serra de Montsant al oeste, en la ladera de un acantilado de piedra caliza a 740 metros sobre el nivel del mar, se alza el pintoresco pueblo de Siurana. Pertenece al municipio de Cornudella de Montsant en la provincia catalana de Tarragona y solo se puede llegar por un camino sinuoso a través de un barranco. Una vez en la cima, los visitantes tienen una vista fascinante de un valle fluvial. El característico paisaje rocoso que rodea el pueblo atrae a escaladores de todo el mundo a Siurana.
Pero el problema radica en la belleza del pueblo: 419.000 personas frecuentan cada año los alrededores de Siurana, más de 1.800 visitantes en un solo día de agosto. Ya hay tantos turistas que algunos días se debe cerrar el acceso al pueblo; luego hay colas de 15 minutos a media hora. En Siurana viven poco más de 20 personas, y solo hay cinco restaurantes y dos hoteles en el pueblo. «No tenemos suficiente espacio para atender a más personas», dijo a la agencia EFE el alcalde de Cornudella de Montsant, Salvador Salvadó.
Siurana ha sido recientemente declarado «Pueblo con encanto», un pueblo con encanto, por el gobierno catalán. Una organización que selecciona los pueblos más bonitos de España quiso ir más allá y se ofreció a incluir a Siurana en su lista. Por temor a que el premio solo exacerbara la afluencia masiva de visitantes, el ayuntamiento lo rechazó. La idea será considerada, pero «no está interesada en este momento». El pueblo que no quiere ser el mas bonitotitulaban los diarios españoles: El pueblo que no quiere ser el más bonito.
“Nos traería más coches, más autobuses y una mayor afluencia de gente, justo cuando realmente estamos trabajando para regular esta situación”, dijo Salvador Salvadó. Radio Cataluña. No está en contra del turismo, pero quiere evitar que el pueblo sea invadido: “Queremos que la gente que venga a Siurana se vaya satisfecha. Compara la situación con vender la leche pero no tener la vaca: los dos aparcamientos ya están limitados a 180 plazas y no es posible ampliarlos debido a su ubicación en una reserva natural.
Sin embargo, como en otros pueblos, la gente de Siurana depende del turismo, y por eso también hay voces que ven la decisión con ojo crítico. Como la asociación de vecinos a la que le hubiera gustado ser consultada por el alcalde. O el dueño de un camping que quiere ofrecer más a los turistas para que se queden un poco más en el pueblo. «El problema no es que Siurana sea bonito. El problema es que no se ha hecho nada para hacer frente a la afluencia de visitantes», explica al diario Andreu Bartolomé, propietario de un restaurante en Siurana. El Pais. Y así el pueblo permanece oculto por el momento.
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